Cuyo nombre real era Miguel Ambrosio Zaragoza (1913-1992), fue un destacado dibujante célebre sobre todo por la serie de aventuras El Capitán Trueno. De la que le podemos considerar padre juntamente con Victor Mora.
Estudiante de magisterio, profesióm que ejercio hasta el final de la guerra civil española, inicia sus andanzas en el mundo del cómic en 1946 presentando un tebeo a Editorial Valenciana del estilo Guerrero del Antifaz.
Ese mismo año se trasladó a Barcelona, donde comenzó por realizar algunos tebeos para pequeñas editoriales, como los cuadernos de aventuras Dos yanquis en África, para Bergis Mundial, o algunas páginas para el semanario Chispa.
Su primer trabajo importante, sin embargo, consistió en dibujar la serie El Caballero Fantasma, pero no fue hasta que ingresa en Bruguera, la editorial más importante del a historieta española, donde ilustro varias series como La nave del tiempo, o libros como Los tres mosqueteros.
En 1956 Ambrós recibió el encargo de crear la imagen de El Capitán Trueno a partir de la sinopsis de Víctor Mora.
El Capitán Trueno consiguió un éxito sin parangón en la historia de la historieta española, alcanzando una tirada de 350.000 ejemplares por episodio. Sin embargo, este éxito tenía escasa repercusión económica en su dibujante, quien, harto de las imposiciones de la editorial, decidió abandonar la serie tras el número 175.2.
En 1960 Ambrós se trasladó a París para tratar de impulsar su carrera como pintor, pero su escasa fortuna hizo que regresara a España en 1964.
En septiembre de ese mismo año terminó por regresar al personaje, aunque sólo publicó tres aventuras en Trueno Extra, revista semanal que había aparecido en 1960.
En 1965 dejó Bruguera y empezó a trabajar para Editorial Valenciana. Tras un regreso a Bruguera en 1981 se retiró del mundo del cómic on la excepción de la historia de El Capitán Trueno que dibujó expresamente para la Historia de los Comics (1983) de la Editorial Toutain.
En los años que siguen hasta su muerte en 1992 fue galardonado con multiples premios que dan reconocimiento a su gran carrera, Ambrós estaba dotado de un don para el cómic y fue sobre todo uno de esos escasos magos del movimiento y del dinamismo que marcaron tendencia en su época y para autores posteriores
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